Cada año llegan a la Fiesta de la Vida las reliquias de un Santo para unir la tierra y el Cielo en una única oración de alabanza y de intercesión al Dios de la Vida.
Este año tenemos la gracia de recibir una preciosa reliquia de San Francisco de Asís, patrono de Italia, custodiada por los Frailes Menores en la Basílica Santa María de los Ángeles, dentro de la cual está la Porciúncula.
Se trata de una teca que tiene un trozo de tela del manto que pertenecía al Pobre de Asís. Esta reliquia, autenticada por los mismos Hermanos Menores de Asís, es preciosa porque también sabemos por las Fuentes Franciscanas que el manto era la única y verdadera “casa” de San Francisco, que no amaba las habitaciones hechas de muros. En efecto, algunos pasajes de las Fuentes dicen que cuando Francisco se envolvía en su manto, en su ánimo se creaba una “celda” interior en la que se refugiaba para sumergirse en la oración.
La presencia de esta reliquia, que será expuesta durante la Fiesta de la Vida a la veneración de los fieles en la Capilla de la Adoración perpetua, y durante las celebraciones estará en el escenario, junto al altar, nos ayudará a entrar en nosotros mismos para sumergirnos, como san Francisco, en el amor de Dios.
